La decisión de cual de mis tebeos debería tener el honor de ser firmado por el maestro Ibáñez, y al no decidirme por ninguno, opté por la segunda solución: comprarme allí el nuevo álbum (Espías) y que me lo firmara.
Quedé con un amigo hoy a las 16.00... pero los nervios, grandes compañeros míos que suelen venir de serie, me empezaron a poner más y más nervioso, de forma que antes de la hora acordada ya había salido de mi casa y había ido a casa de mi colega Jorge.
Tras unos problemas con la máquina de sacar billetes (la muy puñetera no tragaba las monedas), logramos subir al tren, y tras media hora laaaaarga de viaje, llegamos a Sol.
Llegamos al FNAC de Callao, con poco más de una hora de adelanto. Muy pronto, pero mejor llegar con tiempo, desde luego. Esperamos un pequeño rato en la planta baja, ya que yo llevaba un a´lbum de una amiga, que no podía venir a la firma, y quería asegurarme de que no hubiera problemas con ello. Nos dijeron que en principio no, pero que si comprábamos alguno, mejor (nos ha jodío, anda que no saben los de los centros comerciales, ni nada...)
Subimos las 4 plantas hasta llegar a la de los cómics, y directamente pillamos sendos ejemplares de Espías para que nos los firmasen. Bajamos ahora a la primera planta para hacer el pago, y hecho eso, subimos nuevamente a la 3ª planta (que hartón de escaleras, oiga) al pequeño auditorio que hay ahí. Literalmenete, es del tamaño de una habitación pequeña.
Ahí hubo un pequeño altercado con un señor que estaba durmiendo donde la gente leía. Sorprendente. Hasta tuvieron que venir dos de seguridad para echarle. Admito que aquí nos preocupamos, no fuera que por el altercado este se suspendiera la forma, por si el problema iba a más.
Pero bueno, solucionado sin problemas, a la media hora de empezar la firma (ya éramos unas cinco personas) desalojaron para poner la mesa de Ibáñez. Nos pusimos nada más empezar la cola, y yo y mi amigo tuvimos conversación con otro fan del maestro, que había llevado unos tres libros para que los firmase, mientras poco a poco, gente se iba poniendo en la cola (queda decir que parecía que muy pocos se habían enterado de la misma).
Y así, de hecho, cinco minutos antes de las seis, ya habiendo llegado el maestro Ibáñez a la mesa, pudimos pasar mi amigo y yo a que nos firmase los libros.
Y con las firmas, y presentados nuestros respetos a Ibañez, nos fuimos de vuelta al tren.
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